Hermanas de Santa Isabel en Paraguay

“El amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos ha sido dado” (Rom 5,5) El Espíritu Santo nos capacita a vivir nuestros votos religiosos siguiendo el ejemplo de nuestras Madres Fundadoras.

12.01.2025

Jesús fijó su mirada en él, le tomó cariño y le dijo: «Sólo te falta una cosa: vete, vende todo lo que tienes y reparte el dinero entre los pobres, y tendrás un tesoro en el Cielo. Después, ven y sígueme.» Mc 10,21

“Nuestras Fundadoras consagraron la Congregación al Sagrado Corazón de Jesús. Este culto comprende el amor de Jesús sin medida hacia los hombres y su incondicional entrega al Padre como nos dice el Evangelio. Rindiendo el culto al Sagrado Corazón de Jesús nos sentimos abarcadas con su amor con todas nuestras debilidades y cargas” (Constituciones, art. 60)

“La vocación encuentra su sentido profundo en el amoroso encuentro con Dios Uno y Trino en la oración” (Constituciones, art. 40), porque nace de un encuentro interior con el amor de Cristo, de un encuentro con Su mirada. A los ojos de Jesús, llenos de amor, hay un mensaje especial: ” eres precioso a mis ojos, eres estimado, y yo te amo, dice el Señor” (Is 43,4).  Jesús llamándonos al camino de los consejos evangélicos, “nos miró y nos amó”. Esta mirada da a nuestra vocación un significado especial. El amor de Cristo se convierte en el amor de elección, que abarca toda la persona, alma y cuerpo. Nos damos cuenta de que “ya no nos pertenecemos a nosotros mismos”, sino a Aquel que nos ha mirado. Aquí surge la pregunta: ¿Cuáles son nuestras elecciones cotidianas y qué tan consistentes/compatibles son con la primera elección de Jesús?

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