Habemus Papam
¡La paz esté con todos ustedes!
¡Queridísimos hermanos y hermanas! Este es el primer saludo de Cristo resucitado, el buen pastor, que ha dado la vida por el rebaño de Dios.
También yo quisiera que este saludo de paz llegue hasta sus corazones y les alcance a sus familias y a todas las personas, donde quieran que estén, a todos los pueblos, a toda la tierra. ¡La paz esté con ustedes!

El cardenal Robert Francis Prevost, agustino, de sesenta y nueve años, es el 267º Papa de la Iglesia Católica.
Robert Francis (Roberto Francisco) Prevost Martínez nació 14 de septiembre de 1955, en la ciudad estadounidense de Chicago. Hijo de Louis Marius Prevost, de ascendencia francesa e italiana, y Mildred Martínez, de ascendencia sudamericana. Tiene dos hermanos, Louis Martín y John Joseph.
Estamos muy contentas por la elección del 267º Papa León XIV. Toda nuestra Familia Religiosa se reunía en oración en comunión con la Iglesia, implorando los dones del Espíritu Santo en el momento de la elección. Hoy damos gracias al Buen Señor por el don de UN PASTOR SEGÚN EL CORAZÓN DE DIOS. Las palabras del primer saludo del Santo Padre León XIV son para nosotros un fortalecimiento especial y una invitación «a construir juntos puentes a través del diálogo, del encuentro, de la unidad y de la acción misionera». Encomendamos a nuestro querido Santo Padre León XIV y su pontificado en las manos de un Dios amoroso, implorando la asistencia del Espíritu Santo y la protección de la Santísima Virgen María, Madre de la Iglesia, y de San Agustín.
Primeras palabras del Papa León XIV tras su elección
También yo quisiera que este saludo de paz llegue hasta sus corazones y les alcance a sus familias y a todas las personas, donde quieran que estén, a todos los pueblos, a toda la tierra. ¡La paz esté con ustedes! Esta es la paz de Cristo resucitado, una paz desarmada, una paz desarmante, humilde y perseverante, que proviene de Dios, de Dios que nos ama a todos incondicionalmente. Todavía conservamos en nuestros oídos, esa voz débil pero siempre valiente del Papa Francisco que bendecía a Roma. El Papa que bendecía a Roma daba su bendición al mundo, al mundo entero, esa mañana del día de Pascua. Permítanme dar continuidad a esa misma bendición: Dios nos quiere, Dios los ama a todos y el mal no prevalecerá, estamos todos en las manos de Dios. Por lo tanto, sin miedo, unidos y de la mano con Dios y entre notros vayamos adelante, seamos discípulos de Cristo, Cristo nos precede. El mundo necesita de su luz. La humanidad necesita de Él como puente para ser alcanzada por Dios, por su amor. Ayúdense también ustedes, los unos a los otros, a construir puentes con el diálogo, con el encuentro, uniéndonos todos para ser un solo pueblo siempre en paz.
¡Gracias al Papa Francisco! Quisiera también agradecer a todos mis hermanos cardenales, que me han elegido para ser el sucesor de Pedro y caminar junto a ustedes, como Iglesia unida, buscando siempre la paz y la justicia, buscando siempre trabajar como hombres y mujeres fieles a Jesucristo, sin miedo, para proclamar el Evangelio, para ser misioneros.
Soy un hijo de San Agustín, agustino, que ha dicho con ustedes ‘soy cristiano y para ustedes obispo y en este sentido podemos todos caminar juntos hacia esa patria que Dios nos ha preparado.
A la Iglesia de Roma un saludo especial. Debemos buscar juntos cómo ser una Iglesia misionera, una Iglesia que construye puentes de diálogo, siempre abierta a recibir, como esta plaza, con los brazos abiertos a todos, a todos aquellos que necesitan nuestra caridad, nuestra presencia, el diálogo y el amor.
Queremos ser una Iglesia sinodal, una Iglesia que camina, una Iglesia que busca siempre la paz, busca siempre la caridad, busca siempre ser cercana, especialmente a quienes sufren.
Hoy, el día de súplica a la Virgen de Pompeya, nuestra Madre María quiere siempre caminar con nosotros, estar cerca, ayudarnos con su intercesión y su amor”.