Hermanas de Santa Isabel en Paraguay

Roma, Pascua 2023

05.04.2023

Venid a Galilea
Ahí el Señor aguarda
Ahí veréis los suyos
La Gloria de la Pascua

(Secuencia)

 

Queridas Hermanas,

Estimados Miembros de la Comunidad Apostólica de Santa  Isabel

 

Celebrando la Semana Santa y el solemne Triduo Pascual, llenos de concentración y atención, hemos vivido la pasión y el sufrimiento de nuestro Señor. Este tiempo nos ayudó a profundizar los misterios de nuestra fe y nos introdujo al tiempo pascual. En la Vigilia Pascual sonó un “Aleluya” gozoso, proclamando que Cristo ha resucitado, ganó cuando la vida se encontró con la muerte. Estas fiestas más importantes y más lindas nos ayudan a tocar la esencia de nuestra vida, a inclinarse sobre el misterio de la fe. Que la vida humana no se termina, pero se transforma y dura para siempre. Jesús nos asegura: “Yo soy la resurrección y la vida. El que cree en mí, aunque muera, vivirá. Y todo el que vive y cree en mí, no morirá jamás” (Jn 11,25-26). El Resucitado nos invita a celebrar el misterio de la vida nueva.

Cristo resucitó y la tumba quedó vacía, en el lugar donde fue puesto Su cuerpo, las mujeres encontraron solo pañuelos doblados. Vieron a un ángel sentado sobre una piedra, que les dijo: “«Ustedes no tienen por qué temer. Yo sé que buscan a Jesús, que fue crucificado. No está aquí, pues ha resucitado, tal como lo había anunciado” (Mt 28, 5-6).  Leyendo el Evangelio, encontramos muchos fragmentos que hablan de la resurrección de Cristo, que se apareció a mujeres y discípulos y les decía que tienen que hacer. El ángel también habló a las mujeres y les ordenó: “vuelvan en seguida y digan a sus discípulos: Ha resucitado de entre los muertos y ya se les adelanta camino a Galilea. Allí lo verán ustedes.” (Mt 28, 7). El ángel les indicó el lugar que Cristo había elegido para el encuentro. Jesús mismo va a Galilea y quiere que los discípulos vuelvan allí. También dice a las mujeres: “No tengan miedo. Vayan ahora y digan a mis hermanos que se dirijan a Galilea. Allí me verán.” (Mt 28, 10). Evangelista San Mateo señala a Galilea por segunda vez. Este es un lugar importante para los discípulos, porque fue en Galilea donde Jesús los vio por primera vez, allí los llamó, allí les habló, desde Galilea se comenzó su aventura con el Maestro.

Durante la celebración de la Pascua, cantamos en secuencia: “Sabemos por tu gracia que está el Resucitado”. Con estas palabras, expresamos también nuestra fe en el misterio de la Resurrección de Cristo. Creemos que él venció a la muerte, resucitó de entre los muertos y está triunfando. Jesús no se encontró en el sepulcro, Él vive. Confesamos esta verdad y anunciamosla al mundo cuya victoria es grande, que su victoria ha transformado el mundo, transforma nuestras vidas. Cristo resucitado también invita a nosotros a volver a “nuestra Galilea”, al lugar donde tuvo nos hemos encontrado con Él.  Tal vez vale la pena recordarse este lugar, situación, o tal vez la hora en que conocimos a Jesús, cuando nos habló por primera vez. Tal vez hoy este acontecimiento ya se encuentra casi opacado por el tiempo lejano y hasta olvidado en el exceso de actividades cotidianas. Hoy, Cristo nuevamente nos está diciendo a cada uno de nosotros ”regresa a Galilea”, regresa con tu mente, con el corazón al momento del encuentro con Jesús, cuando sentiste el toque de su amor, el calor de su mirada, regresa al momento que cambió tu vida. Jesús quiere reavivar en ti la alegría de elegir un camino con Él, quiere derramar paz en tu corazón y fortalecer tus fuerzas para continuar. Muestra que el camino con Él no termina con la cruz, con la muerte, aunque podemos encontrar las dificultades en el camino, el sufrimiento, penuria, renuncias. Jesús nos dice: “Ustedes encontrarán la persecución en el mundo. Pero, ánimo, yo he vencido al mundo.” (Jn 16, 33). Estas palabras nos enseñan y nos dan esperanza, Cristo quiere hacernos conscientes de que todo se cumple con Él y en Él. Él es nuestra Vida y Salvación.

Queridas Hermanas, Estimados Miembros de la Comunidad Apostólica de Santa Isabel  Dios quiere que “vayamos a la Galilea de nuestra vida”, al encuentro de Jesús vivo que allí nos espera. Él quiere que volvamos a creer que con Él no hay pérdida, que Él es nuestro poder, nuestra esperanza. Jesús nos da esta seguridad de que no todo en nuestra vida está perdido. No hay momentos tan oscuros en los que la luz de la esperanza no se encienda, no hay caminos tan tortuosos  que no tengan salida. Solo hay que volver atrás y permitir que Jesús nos mire una vez más. Salgamos a su encuentro, dejémonos atraer de nuevo por este Amor, Jesús dice: “Yo he vencido al mundo” (Jn 16, 33). Si crees en esto, vencerás con Él.

Experimentando la verdad de la resurrección en nuestra vida, la cercanía de Jesús en los deberes cotidianos y su gracia, estamos llamados a transmitir esta verdad, a compartir nuestro testimonio. Jesús nos envía como antes a los discípulos, nos envía como mujeres y dice: “Vayan, pues, y hagan que todos los pueblos… Enséñenles a cumplir todo lo que yo les he encomendado a ustedes” (cf. Mt 28, 19-20). No debemos quedarnos quietos, no podemos quedarnos con el don de la fe recibida, la gracia de encontrarnos con Jesús para nosotros mismos. Dios nos ha elegido, se nos revela y nos envía a ser Sus discípulos, Sus instrumentos. Cristo resucitado quiere obrar a través de nosotros. El Papa Francisco lo dice así: “Debemos salir a esa gente de nuestra ciudad que vimos en los balcones. Tenemos que salir de nuestro cascarón y decirles que Jesús vive, que Jesús vive para él, para ella, y hay que decírselo con alegría… aunque piensen que estás loco. El mensaje del Evangelio es locura, dice san Pablo. No nos basta la vida para donarnos y predicar que Jesús restaura la vida. Tenemos que ir y sembrar esperanza en los corazones, tenemos que salir a las calles. Tenemos que buscar a la gente”. Esta es una tarea de cada uno de nosotros, de cada discípulo de Cristo.

Queridas Hermanas, Estimados Miembros de la Comunidad Apostólica de Santa Isabel les deseo de todo corazón que viven el tiempo de Pascua en paz y tranquilidad.  Que el repique de las campanas de la resurrección llene de la esperanza nuestro corazón y nos ayude a testimoniar que Cristo verdaderamente ha resucitado, que está vivo y está cerca de nosotros. Que el Resucitado fortalezca nuestras fuerzas, nos sostenga para superar las dificultades que encontramos, nos dé la salud y la paz que nos permitan a nosotros y a todos los que encontramos peregrinar por la vida con confianza.

Uniéndome a este tiempo les aseguro a las Queridas Hermanas y a todos los Miembros de la Comunidad Apostólica de Santa Isabel de mis oraciones, les mandó también los mejores deseos de las Hermanas del Consejo General y de todas las Habitantes de nuestra casa.

 

Entregada en el Señor

Madre Samuela Werbińska

Superiora General

 

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