Hermanas de Santa Isabel en Paraguay

Solemnidad de Santa Isabel – Roma 2022

14.11.2022

“Yo te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra,
porque has mantenido ocultas estas cosas a los sabios y
entendidos y las has revelado a la gente sencilla”.
(Mt 11,25)

Queridas Hermanas,

Estimados Miembros de la Comunidad Apostólica de Santa Isabel

Hoy es la fiesta de Santa Isabel, Patrona principal de nuestra Congregación, a quien Beata María Luisa, junto con la Madre Francisca, en el año 1850 eligieron como modelo y estímulo para su vida y actividad (cf. K 1,4). Querían vivir y trabajar para Cristo, como Santa Isabel. Desde la infancia, esta mujer extraordinaria tuvo un gran amor por el Señor Jesús. Escuchando sus palabras y atraída por su amor, moldeó su vida de tal manera que supo renunciar a los honores, hermosos vestidos, lujosas recepciones y compartir todo lo que tenía con los necesitados. Su actitud sensible y misericordiosa no fue comprendida por sus familiares, pero fue apreciada a los ojos de Dios. Isabel veía lo que el mundo no podía ver. Su vida es un ejemplo para muchos que, como ella, quieren seguir la voz del Maestro.

El evangelista Mateo nos recuerda que el misterio del Reino de Dios está al alcance de quien se acerca a Él con confianza, fe y sencillez de niño. Jesús, dando gloria a su Padre, lo alaba por haber ocultado estas cosas a los sabios, y por revelarlas a la gente sencilla que acepta la voluntad de Dios sin condiciones (conf. Mt 11,25). En el Evangelio, los “pequeños” son personas que han confiado en Jesús, lo han seguido y han escuchado sus enseñanzas.  En la gruta de Belén, vemos a los pastores que primeros vinieron a Jesús. Durante su peregrinación terrenal fueron discípulos, y junto al sepulcro vacío fueron mujeres. El sencillo puede ver lo espiritual y lo invisible, pone las cosas de Dios por encima de la sabiduría de este mundo, y no necesita tratados teológicos, porque le basta solo la presencia del Dios vivo y su palabra. La sencillez de un simplón no está en su educación o estado financiero, es la actitud del corazón que es independiente de la educación y la posición social. Al decir: “Venid a mí todos…” (Mt 11,28), Cristo invita a los pobres, a los sencillos, a los pequeños, a todos los que están abiertos a la revelación de Dios. Cuando pensamos en personas sencillas, no pensamos en personas sin educación, sino en personas de corazón humilde, en “pobres de espíritu” (Mt 5, 3), en personas capaces de comprender la enseñanza predicada por Jesús, porque son como Él en su pobreza y humildad.

La confianza es importante para entender el Evangelio. La gente sencilla sabe en Quién y en qué confiar. Intentan primero amar y luego comprender. La esencia del Evangelio es el amor. El hombre moderno quiere entender todo, conocer y explicar todo, por eso le cuesta tanto creer, aceptar, confiar. Muchos escuchan la palabra de Dios, pero no todos son capaces de acogerla y experimentar la cercanía de Dios porque les falta apertura a Su acción.

Queridas Hermanas, Estimados Miembros de la Comunidad Apostólica de Santa Isabel, experimentar la cercanía de Dios, comprender la esencia del mensaje evangélico depende de nuestra apertura a la gracia de Dios y del tiempo que pasamos en oración en presencia de Jesús. El conocimiento religioso que tenemos nos ayuda a conocer a Dios, pero eso no es suficiente. No podemos confiar demasiado solo en la razón. Necesitamos humildad, porque sólo esto nos ayudará a conocer el mensaje del Evangelio. Una persona humilde vive según el Espíritu, busca a Dios en todo y relaciona su vida con Él. Pidámosle, pues, que nos dé un corazón humilde, para que podamos ver lo que ha estado oculto a los sabios de este mundo.

Gracias a la sencillez del corazón, esta gracia de conocimiento recibió nuestra Patrona – Santa Isabel, que con gran amor cuidó de los pobres, enfermos y sufridos y con gran entrega y cuidado trató de dar respuesta a todas sus necesidades. A ella podemos aplicar las palabras: “ocultas estas cosas a los sabios y las has revelado a la gente sencilla” (conf. Mt11,25). Comprendió que todos son los miembros del Cuerpo Místico de Cristo, por lo que cuando fue a servir a los pobres, sirvió a Cristo mismo (conf. Edith Stein). Su mirada no se detuvo en lo externo, su fe “dio dirección a todas sus acciones y comportamientos” (Adamska). A través de la lectura diaria de la Biblia Santa, Isabel cuidó mucho su formación espiritual. Esto fue confirmado por el hecho de que permanente quería tener un confesor y con su ayuda profundizar su vida espiritual, el conocimiento de la Biblia y las verdades de la fe. De gran importancia en su postura espiritual fue una disposición sencilla e infantil que ayudó a nuestra Patrona a alcanzar la humildad del intelecto, es decir, la capacidad de apartarse de las propias razones en favor de la luz de la gracia, así como estar vigilante a la llamada de Dios (cf. Adamska).

Queridas Hermanas, Estimados Miembros de la Comunidad Apostólica de Santa Isabel, nuestra Patrona es para nosotros modelo de confianza completa y entrega a Dios, especialmente en los momentos difíciles de nuestra vida. Con su actitud nos recuerda que nuestra fe debe ser como la de un niño: llena de confianza y de amor. Tal actitud no está de acuerdo con la lógica del mundo contemporáneo, que quiere ver, comprender, tocar y comprobar todo. San Agustín escribió: “no intenten comprender para creer, sino intenten creer, lo comprenderán”, porque “la fe es tocar con el corazón”. De nosotros depende si nos dejamos conducir por Dios, si abramos nuestro corazón a su gracia y cuidamos nuestra relación personal con Él. Dejemos que Dios nos hable a nosotros mismos, tratemos de recibir la palabra de Dios con un corazón sencillo y abierto. Valoremos la posibilidad de participar de la Eucaristía diaria y recibir a Jesús en nuestro corazón. Recibámoslo con gran respeto. Jesús dice: “Vengan a mí los que van cansados, llevando pesadas cargas, y yo los aliviaré.” (Mt 11,28). Nos invita a sí mismo, nos anima a confiar en Él por completo. Santa Isabel confió en Jesús hasta el final e hizo todo lo que era bueno a sus ojos. Sabía perfectamente lo que Dios esperaba de ella: “Dar de comer a los hambrientos y dar de beber a los sedientos” Por lo tanto, se podría decir: “todo en su vida se parecía al Evangelio y daba testimonio de la verdad” (conf. Kędracka).

Siguiendo el ejemplo de nuestra Patrona, estamos invitados a vivir cada día el Evangelio, a presentarnos ante Dios con corazón humilde y permanecer en su presencia. No tengamos miedo de abrir nuestro corazón a la palabra de Dios, de hacernos pequeños a los ojos del mundo, dejemos nuestros lugares cómodos y cálidos para compartir el amor de Dios con los demás. Ofrezcamos a nuestros prójimos nuestro tiempo, compartamos nuestro pan con ellos, llevemos alegría, sin importar lo que digan los demás. No esperemos recompensa, sino miremos a los necesitados y a Cristo mismo en ellos.

Con motivo de la celebración de hoy deseo a las Queridas Hermanas y Estimados Miembros de la Comunidad Apostólica de Santa Isabel, la fidelidad en la oración, preocupación sincera por el crecimiento espiritual, alegría de compartir la belleza del Evangelio y bendición de Dios en la realización diaria de las tareas encomendadas. Que nuestra Patrona, Santa Isabel intercede ante Dios por nosotros y pida las gracias que necesitamos.

Envío muchos saludos cordiales, también de parte de las Hermanas del Consejo General y de todas las habitantes de nuestra casa,

Entregada en el Señor

Madre Samuela Werbińska

Superiora General

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